Que me gusta una escopeta y un perro con buenos vientos, y una vezana de trigo y una sombra para yo verlo. Y que se arranque una liebre como el viento ligera, y que la corra mi perro, y que la alcance a mi vera. Y me gusta disfrutar de mi escopeta y mi perro, y de una copa de vino, y de los hombres cabales que al campo vienen conmigo.

Mi perro bebe en mi mano si vamos de cacería, y espera que se la de de la cantimplora mía. Y no teme a los barrancos ni a los caminos cortaos, porque mi perro confía que su amo está a su lado. Cuando mi perro me ve con la escopeta encará, se queda fijo mirando para ver dónde voy a tirar. Y si ve que no disparo, me avisa con un gemido para que la próxima vez, no me coja distraío.

El mejor trago de vino yo me lo tomo sentado, esperando que mi perro me traiga lo que he cazado. Un pajarillo perdiz, que lo alicorté de un tiro en lo alto de un collado y se escondió entre los trigos.

Páginas

21 de octubre de 2009

Siete tiros y casi se va

Este fue el primer conejo, en caer de la cacería, pues ya habían echado los perros siete conejos y una liebre, no hay que matarlos todos, pero de vez encunado hay que darle a alguno, para que los perros se animen, y no reventarlos a correr detrás de los conejos, pues entre los conejos que se fueron, y los tiros que le tiraban a las torcaces que pasaban a un Km. Mis perros se pegaron una cuantas carreras innecesarias.

Carrera que no da el perro en el cuerpo la lleva

No hay comentarios: